jueves, 13 de mayo de 2010

Todos duermen

Todos duermen. La casa está sumida en el más profundo silencio, interrumpido sólo por el sonido de mis dedos golpeando las teclas del ordenador. Por un momento no puedo recordar cuánto tiempo llevo haciendo esto, como si hubiera pasado toda mi vida sumido en este agradable silencio noctámbulo. La única prueba de que esta sensación no es real es el ordenador, pues me llegan a la mente claras imágenes en las que me veo sobre este mismo escritorio, pero no delante de una pantalla, sino de un folio. El mismo silencio tranquilizador, la misma oscuridad alumbrada por el débil resplandor de un flexo, la mismas luces anaranjadas dispersas por el horizonte a través de la ventana, la misma calma inspiradora, esa que te hace sentir afortunado al mismo tiempo que te muestra la realidad sin tapujos. Sí, creo que en realidad nunca he estado fuera de esta buhardilla. Llevo aquí casi veintidós años vomitando ideas sin parar. Cuando no sabía escribir dibujaba lo que sentía, después vinieron aquellas historias fantásticas que tanto me hicieron soñar, luego las letras de rap... y ahora esto. No sé si nací para escribir, pero siempre encontré la calma del mismo modo: un folio en blanco, un bolígrafo y una noche entera a mi disposición para describir lo que acudiera a mis pensamientos…

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